EL ÁRBOL Y SUS SOMBRAS
El niño que lleva muy dentro Juan, se queda en silencio
Y todos los Ochoa Gómez
Se quedaron mirando la sombra de su árbol
Allí en los extramuros de Cabildo
Allí ella no se quejaba jamás con los quehaceres cotidianos.
Sé acluquillaba para acariciar a los pequeños
y los cubría con su sombra de árbol de bien
así aliviaban las penas
que a veces brotaban
juntándose también a la honrosa alegría
y la complicidad de una caricia
a sus crios.
Esta vez se fue, se fue
Y una visión se suspende,
Y la mirada se queda pegada a sus hijos,
Estos con estupor no entienden
Que su árbol baja a la tierra
Con una limpieza hermosa
Que traerá recuerdos,
Y crecerá para nacer de nuevo.
Ella se estremeció por la ternura de sus hijos
Y su cuerpo de debatía para recorrer un largo camino
A veces con angustia, otras veces con alegría,
Esas son las que recuerdan en él intimo y delicado centro de la verdad.
Y la memoria de sus hijos _ niños
Se queda con difícil contento
Mientras ella comenzó a elevarse para siempre
Como una plantita mínima,
Como una banderita que recordara poesías y vida.
Se fue, y yo creo que se fue contenta
Su esfuerzo y ejemplo
Colmo con creces todas esas penas pasadas
Para dejar en el tiempo su recuerdo de alma buena,
Sencilla tierna y su salvaje deseo de salir adelante,
Donde quieras que te encuentres
Nos dejas mil ejemplos porque luchar.
Pedro Piñones Díaz
Francia Julio 2010
mardi 6 juillet 2010
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