dimanche 16 mai 2010

EVOCACION A MI NIÑEZ 5CHOAPA DIGITAL, MOSCU, ECT...

EVOCACIÓN A MI NIÑEZ Por Pedro Piñones
TemasEvocación a mi niñez

Tendría 7 o 8 años

iba a la escuela N° 1 en Illapel

vivía en el barrio Puente de Piedra

que al parecer era un barrio bravo.

Un día caí enfermo

y la “sabia” de mi abuela Margarita

dijo, “le hicieron un mal al niño”

y mi padre otro “sabio” caballero

sin decir nada

me subió a un tren que iba a Salamanca.




Era chica esa ciudad

cruzamos la plaza y nunca más el olvido

las lagartijas de colores que entre las plantas corrían

luego caminando de la mano de mi padre

atravesamos el río y pasamos por el lado del cementerio

todo era soledad y sufrimientos en esa tierra




Luego seguimos montañas arriba

cruzamos ríos canales, quebradas

llegamos a una aguada

una casa grande vimos

en el patio perros y gatos

al fondo sentada una señora gorda y desdentada

de edad imprecisa, sonreía.




“Buenos días los estaba esperando”, nos dijo muy segura

“sabia que me traería al niño”,


ah!! dijo mi padre perplejo

este niño dijo la señora Candelaria “está embrujado”

“le hicieron mal por envidia”

yo se lo sacaré, aunque será largo y difícil, sentenció.




Me llevó a una pieza grande

había una vela y un santo

y comenzó un aquelarre sin igual

yo estaba asustado, gemía por los dolores al cuerpo

ella me untó todo el cuerpo con un liquido espeso

y comenzó a rezar el padre nuestro al revés

y las 40 estaciones redobladas.




Me dio de tomar un té amargo y me calmé

ella sudaba, se veía muy fatigada

estaba luchando contra la muerte

y defendiendo la vida

combate a los espantos malignos de las oscuridades.




Se pasó el día y mi padre sentado bajo un parrón

la “meica” Candelaria, le dijo, “ ya está volviendo el niño”

y debe venir durante seis meses los viernes días de los espíritus buenos y solo

al escuchar eso me espantó, pero cerré los labios

se dirigió a mi padre con autoridad, la meica

“ y tú, Juan pondrás esta cruz de palos de palqui en la puerta de tu casa

eso detendrá los envidiosos”, le dijo.




Era cerca del fin del día, pues el sol, se escondía con rapidez

en los cerros de Cumcumen y Chalinga

tomamos el tren de nuevo, bajando por montañas y junto al río

llegamos a la estación de Illapel, era de noche

mi padre no habló en todo el viaje

eso era señal de amargura y de pena

en él no era normal, siempre me hablaba

pero esta vez se quedó mudo

quería saber quien podría haber hecho ese mal.




Mi madre Juana Ester

preparó las tisanas ordenada por la meica

y dormí tranquilo

al otro día a clases

y todos los días viernes de nuevo

a recorrer caminos buscando sanidad

con esa santa brujita llamaba Candelaria.




Ese era el recorrido de la medicina

cuando yo era pequeño,

primero los ungüentos y yerbas hogareños

después a la meica y los espíritus

y finalmente esperar el destino…

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