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Juan Andrés Lagos: “El desafío histórico no es sólo la derrota de la derecha, sino la conquista de un gobierno auténticamente democrático del cual podría ser parte esta izquierda”.
Sábado, 13 de Marzo de 2010 05:21 Destacados
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El significado de la llegada, después de 36 años, de tres dirigentes comunistas al Parlamento, ahora con la investidura de diputados; la relación inseparable entre el desarrollo del movimiento popular chileno y el Partido Comunista; entre la lucha social y la lucha política y electoral; la forma y el papel de las alianzas, son abordadas por el integrante de la Comisión Política del PC, Juan Andrés Lagos en el momento en que asume el nuevo gobierno, y cuando la expectación por comprender plenamente qué es lo que viene para el país, se ha colocado en el centro de la atención nacional.
-¿Cuál es la significación histórica del regreso de los comunistas al Congreso?
“Desde el punto de vista histórico, este hecho muestra un proceso construcción de fuerzas del movimiento popular chileno, que es la historia del Partido Comunista. No es que sea sólo del Partido Comunista, pero la historia del movimiento popular y la del Partido Comunista son muy difíciles de separar; no es lo mismo en todas las partes del mundo, no siempre los partidos comunistas han sido tan sustantivamente constructores del movimiento popular, incluso en nuestro propio continente. Chile es muy peculiar en ese sentido.
Hay otros países en donde los partidos comunistas se entroncan con la historia de los estados nacionales, en fin, con el desarrollo de la república y su democratización. Creo que hay que mirarlo desde esa perspectiva; no como un hecho anecdótico o episódico, sino como un proceso de construcción de fuerzas a partir del cual la elección de diputados comunistas, en condiciones en general muy adversas, pero en ascenso e incidencia en la lucha del movimiento social y en las ideas, en el Estado en su conjunto, en la lucha de clases, en el marco de las correlaciones. La llegada de los parlamentarios comunistas al Congreso ha sido un punto extraordinariamente importante de procesos de construcción y ascenso. En eso me parece que, más que cumplirse, se proyecta la mirada leninista de lo que significa la lucha parlamentaria.
El acervo teórico, político e histórico, nos debe remontar a la reflexión que Lenin hace sobre el papel de las fuerzas revolucionarias y de los parlamentarios que sustentan reflexiones revolucionarias. Si uno compara el periodo originario, cuando llegan por primera vez parlamentarios revolucionarios al Congreso chileno -Recabarren y Vicente Cruz- y cuando se producen, en otros momentos, procesos de acumulación de fuerzas y elección de parlamentarios -hay unos cuantos ciclos que muestran esta relación, que ha sido poco estudiada-, entonces, incluso en medio de esta catástrofe que estamos viviendo, la llegada de parlamentarios comunistas hay que mirarla desde una perspectiva del ascenso de la lucha política y social; cómo la construcción de una fuerza realmente alternativa se abre paso en esta coyuntura, y eso es lo que primero hay que considerar, pues efectivamente en la historia de Chile, lo que se ha mostrado, es que cuando la izquierda y las fuerzas revolucionarias llegan al Parlamento, hay un movimiento popular en ascenso. No es casual que en Chile la ruptura de la exclusión se logre a partir del empuje que se genera desde abajo, desde las organizaciones sociales, de los trabajadores, de la CUT, en un pacto instrumental con un bloque que en esta coyuntura entra en una severa crisis y, por otro lado, con una derecha que alcanza el gobierno. Es un proceso contradictorio, pero viendo los aspectos esenciales, podemos entender los aspectos fenoménicos que están cursando en esta situación. No me quedo corto si se mira con esa dimensión. La proyección que tiene este proceso es que abre el ciclo a partir del cual las fuerzas emancipadoras de Chile se plantean como desafío histórico no sólo la derrota de la derecha, sino la conquista de un gobierno auténticamente democrático del cual podría ser parte esta izquierda también”.
-En tanto la izquierda ha logrado, a través de la elección de diputados, una incidencia en la institucionalidad, ¿se recrea el movimiento popular que se ha desarrollado estas dos décadas excluido de esa institucionalidad?
“Lo que ha demostrado la historia, es que la presencia de parlamentarios de izquierda, de los sectores revolucionarios, ha generado no sólo dinámicas de construcción de movimiento popular, sino también ascenso en las correlaciones e incidencia en el Estado. Invito a mirar la cantidad de proyectos que Salvador Allende, Pablo Neruda, Volodia Teitelboim, Gladys Marín, antes el propio Recabarren, en un contexto de construcción que incidía y provocaba reformas al Estado, en medio de situaciones de las que derivaron la creación de CORFO, en medio de un Estado desarrollista que tenía este movimiento popular que lo presionaba por su reforma y democratización, está demostrado que no sólo la presencia, sino la necesidad de estar en el Parlamento, es una cuestión definitiva y fundamental.
No soy partidario de la dicotomía “estás o no estás en el Parlamento”; tampoco soy partidario de esa idea “si llegan al Parlamento, se van a acomodar”. Son caricaturas bastante obscenas de la política revolucionaria. Si consideramos la incidencia de parlamentarios de izquierda, y cómo se ha estremecido el propio Parlamento con la presencia de las fuerzas de izquierda en su interior, ésta aparece como una necesidad y una proyección. Estamos ante un Estado posmoderno, una institucionalidad neoliberal que fue hecha para generar mecanismos de freno; esa es la esencia de la institucionalidad parlamentaria chilena, es una suerte de mecanismo de freno, no un poder institucional como la República, y por eso es que en gran medida al final los grandes acuerdos que pasan por legislaciones, se hacen fuera del Parlamento entre el Gobierno, como lo ha hecho la Concertación, y el bloque hegemónico cogobernante y cohabitante, que es la derecha.
Ahora esto ha cambiado. Los primeros remezones que se producen en Chile de esta lógica política de dominación se producen precisamente por el ascenso del movimiento popular que a los sectores ultra izquierdistas, por ejemplo, no les interesa reconocer, porque les echan abajo sus absurdas tesis. Este periodo histórico, de la llamada transición, es del ascenso del movimiento popular y sus luchas sociales. Si uno quisiera cuantificar la cantidad de movilizaciones sociales que se producen en los últimos cuatro años, es muy superior a todo el resto desde que comenzó la llamada transición, y eso te está indicando al movimiento popular, en construcción embrionaria”.
EL CENTRO Y LA IZQUIERDA
-La derecha no obtenía el triunfo de una elección presidencial desde la elección de Jorge Alessandri. Si bien los gobiernos de González Videla y de Carlos Ibáñez fueron de derecha, ¿cómo se sitúan el centro y la izquierda como oposición a un gobierno de derecha?
“El colapso con González Videla inicia el proceso que culmina con la Unidad Popular. Yo comparto la idea de Tomás Moulian a propósito de que el periodo de acumulación de fuerzas que culmina con la UP empieza el 33, incorporando a González Videla, pues los procesos ascendentes también son de retroceso. Está por verse el comportamiento auto referencial -no lo digo en un sentido peyorativo, sino en el sentido estricto del concepto- de lo que se denomina la representación política del centro chileno. Va a depender, en buena medida, de la incidencia y de la fuerza política e ideológica que tenga esta izquierda para atraer y ser capaz de generar entendimiento de distinto orden con el centro. Postulo que estamos obligados a generar esa lógica, no es una opción. Sería un error no hacerlo, un grave error estratégico. No me convence la figura, aunque la comparto en cierta medida, de que tenemos que tener aliados de aquí a Puerto Montt y que, si algunos se nos bajan en Rancagua, seguiremos.
Más bien creo que en nuestro continente los estados nacionales tienen mucha más construcción de tejidos sociales desde el punto de vista de los sujetos, desde el punto de vista de clase, y estados por ello donde las representaciones y las alianzas sociales y políticas no se dan como procesos de estampida, como artes de magia de donde surja un gran líder, un gran caudillo y cosas así, no creo. Más bien creo en la tesis de que la gran fortaleza para las izquierdas latinoamericanas radica en captar precisamente esa lógica que se da en América, no en otros continentes, donde lo republicano, lo democrático, está muy centrado en la posibilidad de un proyecto de emancipación. Esa tesis está siendo demostrada, en la práctica política, en Bolivia, en Ecuador, por la revolución cubana, por la revolución bolivariana, y también con todas sus diferencias, por los procesos emancipadores de Brasil, Uruguay, Nicaragua, El Salvador. Chile no es una excepción; al contrario, eso hace que todos estos movimientos y estos procesos emancipadores hagan referencia al periodo allendista, es por eso -y nosotros tenemos que tomarlo con mucha más fuerza-, que requerimos y estamos obligados a una alianza de centro-izquierda para provocar procesos de transformación en la perspectiva de una emancipación real, anti-oligárquica, anti-imperialista.
-Siendo oposición el centro, ¿también tendría que generar una convergencia con la izquierda?
“Eso es lo que ha cambiado. El centro desarrolló una alternativa propia con el gobierno de Frei Montalva, aun con entendimientos en procesos de distinta naturaleza. Esto no quiere decir que la disputa por la hegemonía de esta gran alianza se oculte; al contrario, se da, pero estamos obligados a esa alianza con el centro. Por eso aludía a la autor referencia del centro, porque el actual centro, políticamente hablando, hasta el gobierno de Lagos, fue no solamente un centro en alianza con la derecha, sino un centro que en lo esencial buscó la reafirmación y la profundización histórica de un proyecto neoliberal no democrático. Hago la diferencia entre lo que son las representaciones políticas del centro a lo que es la sociología política y la historia del centro, por eso es llamativo e interesante que por los parlamentarios comunistas haya votado pueblo concertacionista y a la dimensión que lo hizo. Las votaciones de los comunistas no son propiamente tales, por decirlo así, pueden llegar a serlo más adelante. Me decía Jorge Arrate que él no tiene referencia que en la historia contemporánea chilena haya habido tanto voto del centro por candidatos comunistas como los hubo en esta elección, y eso es producto del pacto instrumental como táctica, pero también de lo que está pasando en Chile, los descontentos, la búsqueda de nuevas representaciones y nuevas miradas que vayan más allá de la agotada representación que hoy existe desde el punto de vista político. Ello es lo que explica la crisis de la Concertación, eso lo vinculo a otro hecho: tanto la experiencia de la Unidad Popular como la de la lucha contra la dictadura, lo que muestran es que cuando el imperialismo ha sido capaz de producir una separación, en unos casos, o una división, en otros casos, entre la izquierda y el centro chileno eso ha permitido golpe o procesos de negociación, como la salida pactada de la dictadura que dejó al mundo popular fuera.
Este es un ciclo histórico y hay que mirarlo así. Nosotros hicimos mucho por tratar que la salida fuera una salida plebeya; no lo fue, y en buena medida porque el imperialismo tuvo la capacidad política -no sólo militar- de producir una separación con el centro junto al cual luchábamos contra la dictadura, pues ése fue un momento de convergencia, aunque la derecha muchas veces trate de negarlo, con el centro político; con la Democracia Cristiana principalmente, ya que el Partido Socialista era parte del tronco del movimiento popular. Aquí ha habido cambios bastante profundos en lo que es izquierda y lo que es centro, entre las representaciones y las identidades; por eso esta distinción es importante tenerla presente. Ha habido procesos de convergencia como en la lucha contra la dictadura, donde hubo esa convergencia con el centro; no es cierto que nunca haya existido, y ése es un campo en disputa permanente.
Tanto desde el punto de vista ético como político, existen condiciones para generar procesos de amplia convergencia con lo que se denomina el centro político”.
CRISIS NEOLIBERAL Y EFECTOS EN LA CONCERTACION
-¿La crisis del proyecto neoliberal sería, entonces, la crisis de la identidad concertacionista?
“El proyecto está en crisis, pero hay crisis manifiestas y crisis latentes. Las primeras pueden durar como la esclavitud, que existió hasta que hubo gente que luchó contra ella; las crisis latentes son las que se vienen abajo. Estamos frente a una crisis latente, no manifiesta. No creo que la Concertación esté apunto de autodestruirse o destruirse; eso va a depender mucho de la dinámica que adquiera el proceso político y de la incidencia de la izquierda en esta construcción. Por eso es que son caricaturas, como ese temor de que el Partido Comunista se vaya a la Concertación. Es ridículo, son temores atávicos que reflejan falta de desarrollo ideológico de gente de izquierda o que quisiera que el PC no tuviera nunca entendimientos con la Concertación, que es otra cosa. Es la crisis latente del neoliberalismo como sistema de dominación, que se expresa en la crisis de la Concertación, pero ésta depende mucho de quienes componen la Concertación y de la izquierda, pero también de la derecha; si tú ves lo que está haciendo Piñera, es lo que tiene que hacer para sus intereses y su proyecto: generar condiciones para tratar de buscar entendimientos de “unidad nacional” con la Concertación”.
- En este marco de crisis, donde la derecha es gobierno y la izquierda junto al centro son oposición, ¿qué comparten la izquierda y el centro?
“Comparten los doce puntos: la necesidad de una nueva Constitución Política; la necesidad de la democratización de la vida social y política del país en muchos aspectos, no en todos; el papel del Estado desde el punto de vista de las políticas públicas. Creo que ese proceso se habría dado si es elegido Frei. Ahora las cosas son, en ese sentido, más difíciles, y creo que el centro con la izquierda tienen posibilidades con diferencias. Con diferencias porque la izquierda es proyecto político, es camino; por ejemplo, compartimos con el centro la necesidad de una nueva Constitución, pero nosotros planteamos la necesidad de una Asamblea Constituyente, y cuando seamos parte de un gobierno, para nosotros va a ser muy importante que ese proceso sea por una Asamblea Constituyente. No nos negamos a troche y moche a otros procedimientos, pero para nosotros la construcción de constituyente, como lo ha sido en todo el continente, es una base muy sólida a partir de la cual se construye el poder en los estados nacionales. Lo que se define no es solamente el encuadre constitucional; lo que se ha definido en todos los procesos del continente ha sido el tema del poder, con gobiernos en el poder, no al revés. Esas son las diferencias, pero también tenemos puntos en común, el hecho que tengamos aproximaciones desde el punto de vista de la necesidad de una nueva Constitución Política en Chile, ya es un punto y muy importante.
La Concertación es el mismo bloque que durante la disputa en la elección última platea con su abanderado Frei la necesidad de una nueva Constitución Política. Y después, en la segunda vuelta, vuelve a reiterarlo en los doce puntos; ese mismo bloque terminó con Lagos haciendo una faramalla gatopardista, firmada por el mismo presidente Lagos, de una supuesta nueva Constitución, que era la Constitución de Pinochet y, tal como lo ha dicho Jorge Arrate, las ideas también hacen su recorrido, no son estáticas, y una de las ideas que ha hecho su recorrido ha sido esa.
Con la Concertación, con el mundo concertacionista, con el mundo que está en el CUT, en las juventudes, a nivel de pobladores, hay puntos de acuerdo cada vez mayores, de cercanía cada vez mayor. Ese proceso por abajo, por la base, en los frentes sociales, con la construcción simbólica común, es un recorrido extraordinariamente interesante, invisible incluso para algunos medios de izquierda que, a veces, no tienen la sutileza para captar estos procesos. Creo firmemente que si logramos esta construcción de movimiento popular, este nuevo movimiento popular -no es el mismo-; recoge la tradición, pero no va a ser el mismo. Si logramos eso, no tengo dudas y lo digo así de claro: ni siquiera la intervención imperialista en Chile va a lograr echar abajo un nuevo proceso de emancipación. Pero si no lo logramos, corremos el serio riesgo que en una construcción que nos lleve a gobierno, la incidencia del imperialismo y los sectores reaccionarios al interior de las correlaciones de fuerza en el país, puedan de nuevo incidir en echar abajo el proyecto”.
-¿El triunfo de la derecha muestra una consolidación del modelo neoliberal?
“El modelo neoliberal no está incólume; no necesariamente las adhesiones electorales reflejan eso. Por eso hablé de crisis manifiestas y latentes. El modelo neoliberal está en crisis en sus efectos en educación, en salud, y estructuralmente por el proceso de acumulación que está llegando a puntos más o menos críticos. Las transformaciones van a llegar y, por lo tanto, la crisis se va a expresar cuando tengamos la fuerza para hacerlo. Por eso es tan importante el reconocimiento que ha hecho una parte del centro en cuanto a que esto se está agotando, es una diferencia fundamental que se produjo en la última elección, pero eso no se refleja necesariamente en los procesos electorales. Es contradictorio, la llegada de la derecha al poder es el descontento social; ellos tuvieron la inteligencia y la eficacia de desvincularse, pues son parte, y a la vez de mostrar como responsable a la Concertación, y eso les dio el triunfo. Y tuvieron un gran aliado: Marco Henríquez; porque lo que Marco Henríquez hizo fue legitimar a la derecha, no a la izquierda; a nosotros él nos golpeó con su discurso y también golpeó a la Concertación, a la vez que blanqueó y legitimó a la derecha, por eso el 36% de la votación de Marco en la primera vuelta se fue a Piñera, no por otra razón, pero esa es gente descontenta”.
-¿Esa expresión de descontento es un logro de la ideología que culturalmente ha instalado el modelo neoliberal?
“Un descontento lleno de ideología; desideologizado respecto de lo que es, históricamente hablando, la construcción cívica, participativa, republicana, democrática de Chile. Conversaba con un amigo que nosotros somos parte de una generación que cuando éramos niños, en la Enseñanza Básica teníamos consejo de curso y la profesora jefe se ponía atrás, y un cabro que era el presidente de curso se paraba adelante y dirigía la reunión. Esa es nuestra generación, no somos sujetos excepcionales, eso es lo que vivimos culturalmente; para nosotros es muy raro no participar, no somos tan especiales sino que simplemente vivimos ese período de este país a partir del cual a esa edad ya entrabas a un proceso de construcción político-participativa. Y donde se peleaba para que se votara a los 18 y no a los 21 años; y si hubiese seguido ese proceso, estarían votando los de 16 años, como en Cuba, por ejemplo.
La ideología del sistema es la no participación, porque con eso genera precariedades desde el punto de vista de posibles fuerzas incidentes que pueden transformar el país, cosa que históricamente ha ocurrido en Chile. El sistema de dominación que instala la dictadura de Pinochet, y que se mantiene esencialmente, lo que busca es eso. El tremendo cauce que se genera en la lucha contra la dictadura, incluida la Democracia Cristiana, es muy potente, pero ¿sobre qué base es? Hay que acordarse de que en la lucha contra la dictadura se hacían elecciones de federaciones de estudiantes, y elecciones con lista, mucho más abiertas que las de ahora incluso, con mucha más participación; se estaban levantando movimientos de pobladores, de juntas de vecinos, la fuerza sindical empezaba a jugar un papel cada vez más protagónico, y todo eso lo que hace la salida pactada es descomprimirlo, e instala, lamentablemente, en el momento en que se derrumba la Unión Soviética, la concepción de que participación es no construcción ciudadana, sino consumo mercantilista, y la institucionalidad política trata de fortalecer eso, hasta ahora, pero hay sectores dentro de la Concertación que han cambiado en algunos aspectos, eso creo. También hay que reconocer las cosas como son: si bien el gobierno de Bachelet es distinto al de Lagos, de Frei y de Aylwin, éste sigue siendo un gobierno neoliberal, aunque en algunos aspectos es distinto; neoliberal esencialmente en la forma de acumulación y la mantención de la estructura político-social. La economía, que es la forma de acumulación, no cambia”.
mercredi 17 mars 2010
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