mardi 3 novembre 2009

POEMAS DE OLIVIER HERRERA

No sólo es posible, es que te estoy reconocido por ello,

No sé en que poemas habías pensado, yo te sugiero los que te envió,

Gracias por tu atención

Y un fuerte abrazo Pedro

Olivier

MI MADRE Y MI PADRE

DOMITILA

Hija del sol y la lluvia,

nieta del relámpago,

la hoz y del arado.

Eres la campesina

más dulce y linda,

valiente y digna.

Eres quién me dio

leche y sangre

para que viviera.

Eres quién me dio

amor y vida

para que creciera.

Eres el origen,

pasado y presente

de mi vida.

Domitila:

Fuiste el amor

de mi padre

Y eres mi amor,

niña salvaje,

agua limpia.

EN LOS OJOS DE MI PADRE

En la habitación de mi madre,

sobre el cabezal de su cama

cuelga en la pared un cuadro

con la foto de mis padres.

De niño cuando cometía

una fechoría imperdonable

iba a hablar con mi padre

y me miraba en sus ojos.

Le pedía el temple

y fuerza de carácter,

la vergüenza necesaria

para seguir mirándole.

LA BICICLETA DE DOMITILA

Era una bicicleta negra

de mujer y de paseo

la bicicleta de Domitila.

Con ella iba los sábados

y domingos todo el día

por las masías y corrales

con una vieja romana

y dos grandes cestas

–una delante y otra detrás–

pesando el queso de oveja

que los lunes iba a vender

en el mercado de Castellón.

Domitila iba todos los días

a la finca de los abuelos;

Isabel la del Mas de Culla

y Quico él de Benafigos.

Y allí ante el Mediterráneo,

entre Sol de Ríu, la Torreta

i l’ermita de Sant Antoni.

Domitila segaba de sol a sol

la hierba que subiría a Alcalá

en el carro el tío Vicente

y le vendería su niño

al caer la noche.

Su niño recorría las calles

gritando con toda su fuerza,

cuerdas vocales y pulmones

de un niño de diez años.

!DO-NES, HER-BA TEN-DRA!

Domitila encendía el fuego

con leña seca de almendro:

daba la comida a las gallinas,

los conejos y la cerda de cría,

luego ponía la olla del día,

lentejas con tres butifarras,

sémola y pan o sopa de ajos.

Domitila, la más valiente,

de cuantas mujeres vistieron

pantalones los años cincuenta.

Pedaleó montada en bicicleta,

peleó por sus niños noche y día,

al enviarles limpios a la escuela

para darles cultura y conciencia.

Esposa, amante y compañera,

y de sus hijos madre y padre,

ella halló la fuerza y el coraje,

sacó su nervio de gata salvaje,

sus garras de pantera viuda.

EN LA TUMBA

DE MI PADRE

A mi padre Olivier

lo mataron los muertos

sin paz y sin tumba.

Y no lo mataron,

que la muerte

no mata la vida.

Admiro y amo a mi madre

por su temple y coraje,

por llorarle en silencio

sin hacerle un reproche,

por ser su digna esposa,

compañera y fiel amante,

por defender su nombre

y honrar su memoria

más allá de la muerte.

Hoy la tumba de mi padre

luce grabada una paloma

y un letrero que dice:

A Olivier Herrera García:

Al esposo, amigo y padre,

quienes hoy te guardamos

tu nombre y tu memoria.

Que a ti no te mataron,

tú fuiste más lejos.

Las balas no matan ideas.

Los muertos no matan la vida.

LA TORMENTA

Allí donde las torres blancas

Y las nubes negras se levantan.

Allí donde el cielo y el mar

Se besan en la raya azul.

Allí donde canta el abejaruco

Y vuela la golondrina.

Allí donde el lagarto de plata

Escribe en el polvo del camino.

Y el mochuelo dibuja círculos

De luna sobre la piedra blanca.

Allí donde cantan

La culebra y la rana.

Allí donde la abeja reina

Baila con la hormiga alada.

¡Allí estalla la tormenta!

La zarpa del viento, arranca

Almendras y cerezas del cielo.

Las castañas heladas caen

Y estallan como granadas.

El rayo y la centella cruzan

En el aire besos y espadas.

Las lágrimas penetran

En la tierra sedienta.

Los truenos levantan

Vivos de sus camas,

Muertos de sus tumbas.

1995

MANO A MANO

LAS MANOS

Al llegar el otoño

Iremos paseando

Entre los robles

En silencio,

Codo a codo,

Mano a mano.

Andaremos el camino

De nuestros padres,

Cuando iban a segar

El trigo del niño,

La hierba y la paja

Del caballo de tiro.

E iban explorando

A finales de verano

Las torres del cielo,

Que no venga granizo

Y nos eche a perder

La cosecha del año.

Con la cabeza erguida

Y el corazón encogido

Pensaban en el largo

Y crudo invierno,

En la rebanada de pan

Con miel de romero.

En el vaso de leche

De la cabra coja,

La de orejas cortas

Y patitas de nieve,

El desayuno diario

Y la cena del niño.

La leche con miel

Y el pan amasado

Por manos cortas,

Fuertes y anchas,

Manos tiernas,

Manos de madre.

Manos campesinas

Quemadas de sol,

De tierra y de luna,

Cubiertas de callos,

Abiertas de heridas

Que te dan la vida.

Manos que ordeñan

La oveja y la cabra,

Que hacen el queso

Cuajando la leche

Con los estambres

De la alcachofa.

Manos de una madre

Que amasa el pan

Fermentado con amor,

Pan horneado con leña,

Cortada por el hacha

Del roble y la encina.

1995

TIERRA, AMOR Y TRABAJO

Las tierras el amor y el trabajo

de los pueblos de Latinoamérica:

Son la cereza y la uva de chile,

el carozo y el vino de Mendoza,

el ron y la Revolución de Cuba,

el maíz y el aguacate de México,

el café de Colombia,

el gas y la plata de Bolivia,

la naranja de Uruguay

y el limón de Tucumán,

la manzana y la pera de Río Negro,

el pisco y el espárrago del Perú.

Las tierras el amor y el trabajo

de los pueblos de Latinoamérica:

Son el Titicaca y los Galápagos,

la orquídea de Costa Rica

y la banana del Ecuador,

la lima, el mango y el melón

de Venezuela y del Brasil.

Son la justa y noble rebeldía

que embarga el alma de los más,

el amor, la memoria, la dignidad

de la abuela de la plaza de Mayo,

del zapatista, quechua o aymará.

Por las tierras, el amor y el trabajo

de los pueblos de Latinoamérica:

Por Oaxaca, Puebla y Michoacán,

Chiapas, Campeche y Yucatán,

por Honduras y Guatemala,

El Salvador y Nicaragua,

desafiaré el poder del Gran Poder,

iré de Río Grande a la Patagonia

enfrentándome a la resistencias,

y a las locuras de los inhumanos

mientras me quede la conciencia

y con ella el verbo y las manos.

.

LA SEMILLA

A Emiliano Zapata

Todo pasa en la vida,

el amor y la muerte,

y es nada la fortuna.

Que si algo queda:

es la voz y el verbo,

el valor del alma.

Que si algo queda

más allá del tiempo

es la memoria.

Es la huella eterna

del que lo dio todo

sin esperar nada.

Que si algo queda

es el sol y la semilla,

es el mar y el viento.

Es el nombre y valor

del que dio su vida

por el amor y la vida.

ME GUSTA LA GENTE

Me gusta la gente

noble y sencilla

que ama a propios

y a extraños

sin prejuicios

de ninguna clase.

Me gusta la gente

que ama la vida,

y ama sin miedo

al que dirán

sus ilustrísimas

y necias señorías.

Me gusta la gente

que lucha y trabaja,

que defiende su pan,

su casa y su tierra,

con uñas y dientes,

con sangre y alma.

La gente sencilla

que duda de todo,

de lo indudable

y de sí misma,

y aun en la duda

se mueve y actúa.

Me gusta la gente

libre y responsable,

flexible e indomable

que escucha razones,

que habla y atiende

a los demás.

Me gusta la gente

que te da la mano,

que abre la puerta

e invita a su mesa,

que a nadie juzga

ni condena.

Me gusta la gente

que no se esconde,

valiente y cobarde,

frágil y resistente,

que se la juega

y es prudente.

Me gusta la gente

joven y adulta

que levanta la cara,

y mirando de frente

le dice al Mandamás

¡No! ¡Nunca! ¡Jamás!

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