No sólo es posible, es que te estoy reconocido por ello,
No sé en que poemas habías pensado, yo te sugiero los que te envió,
Gracias por tu atención
Y un fuerte abrazo Pedro
Olivier
MI MADRE Y MI PADRE
DOMITILA
Hija del sol y la lluvia,
nieta del relámpago,
la hoz y del arado.
Eres la campesina
más dulce y linda,
valiente y digna.
Eres quién me dio
leche y sangre
para que viviera.
Eres quién me dio
amor y vida
para que creciera.
Eres el origen,
pasado y presente
de mi vida.
Domitila:
Fuiste el amor
de mi padre
Y eres mi amor,
niña salvaje,
agua limpia.
EN LOS OJOS DE MI PADRE
En la habitación de mi madre,
sobre el cabezal de su cama
cuelga en la pared un cuadro
con la foto de mis padres.
De niño cuando cometía
una fechoría imperdonable
iba a hablar con mi padre
y me miraba en sus ojos.
Le pedía el temple
y fuerza de carácter,
la vergüenza necesaria
para seguir mirándole.
LA BICICLETA DE DOMITILA
Era una bicicleta negra
de mujer y de paseo
la bicicleta de Domitila.
Con ella iba los sábados
y domingos todo el día
por las masías y corrales
con una vieja romana
y dos grandes cestas
–una delante y otra detrás–
pesando el queso de oveja
que los lunes iba a vender
en el mercado de Castellón.
Domitila iba todos los días
a la finca de los abuelos;
Isabel la del Mas de Culla
y Quico él de Benafigos.
Y allí ante el Mediterráneo,
entre Sol de Ríu, la Torreta
i l’ermita de Sant Antoni.
Domitila segaba de sol a sol
la hierba que subiría a Alcalá
en el carro el tío Vicente
y le vendería su niño
al caer la noche.
Su niño recorría las calles
gritando con toda su fuerza,
cuerdas vocales y pulmones
de un niño de diez años.
!DO-NES, HER-BA TEN-DRA!
Domitila encendía el fuego
con leña seca de almendro:
daba la comida a las gallinas,
los conejos y la cerda de cría,
luego ponía la olla del día,
lentejas con tres butifarras,
sémola y pan o sopa de ajos.
Domitila, la más valiente,
de cuantas mujeres vistieron
pantalones los años cincuenta.
Pedaleó montada en bicicleta,
peleó por sus niños noche y día,
al enviarles limpios a la escuela
para darles cultura y conciencia.
Esposa, amante y compañera,
y de sus hijos madre y padre,
ella halló la fuerza y el coraje,
sacó su nervio de gata salvaje,
sus garras de pantera viuda.
EN LA TUMBA
DE MI PADRE
A mi padre Olivier
lo mataron los muertos
sin paz y sin tumba.
Y no lo mataron,
que la muerte
no mata la vida.
Admiro y amo a mi madre
por su temple y coraje,
por llorarle en silencio
sin hacerle un reproche,
por ser su digna esposa,
compañera y fiel amante,
por defender su nombre
y honrar su memoria
más allá de la muerte.
Hoy la tumba de mi padre
luce grabada una paloma
y un letrero que dice:
A Olivier Herrera García:
Al esposo, amigo y padre,
quienes hoy te guardamos
tu nombre y tu memoria.
Que a ti no te mataron,
tú fuiste más lejos.
Las balas no matan ideas.
Los muertos no matan la vida.
LA TORMENTA
Allí donde las torres blancas
Y las nubes negras se levantan.
Allí donde el cielo y el mar
Se besan en la raya azul.
Allí donde canta el abejaruco
Y vuela la golondrina.
Allí donde el lagarto de plata
Escribe en el polvo del camino.
Y el mochuelo dibuja círculos
De luna sobre la piedra blanca.
Allí donde cantan
La culebra y la rana.
Allí donde la abeja reina
Baila con la hormiga alada.
¡Allí estalla la tormenta!
La zarpa del viento, arranca
Almendras y cerezas del cielo.
Las castañas heladas caen
Y estallan como granadas.
El rayo y la centella cruzan
En el aire besos y espadas.
Las lágrimas penetran
En la tierra sedienta.
Los truenos levantan
Vivos de sus camas,
Muertos de sus tumbas.
1995
MANO A MANO
LAS MANOS
Al llegar el otoño
Iremos paseando
Entre los robles
En silencio,
Codo a codo,
Mano a mano.
Andaremos el camino
De nuestros padres,
Cuando iban a segar
El trigo del niño,
La hierba y la paja
Del caballo de tiro.
E iban explorando
A finales de verano
Las torres del cielo,
Que no venga granizo
Y nos eche a perder
La cosecha del año.
Con la cabeza erguida
Y el corazón encogido
Pensaban en el largo
Y crudo invierno,
En la rebanada de pan
Con miel de romero.
En el vaso de leche
De la cabra coja,
La de orejas cortas
Y patitas de nieve,
El desayuno diario
Y la cena del niño.
La leche con miel
Y el pan amasado
Por manos cortas,
Fuertes y anchas,
Manos tiernas,
Manos de madre.
Manos campesinas
Quemadas de sol,
De tierra y de luna,
Cubiertas de callos,
Abiertas de heridas
Que te dan la vida.
Manos que ordeñan
La oveja y la cabra,
Que hacen el queso
Cuajando la leche
Con los estambres
De la alcachofa.
Manos de una madre
Que amasa el pan
Fermentado con amor,
Pan horneado con leña,
Cortada por el hacha
Del roble y la encina.
1995
TIERRA, AMOR Y TRABAJO
Las tierras el amor y el trabajo
de los pueblos de Latinoamérica:
Son la cereza y la uva de chile,
el carozo y el vino de Mendoza,
el ron y la Revolución de Cuba,
el maíz y el aguacate de México,
el café de Colombia,
el gas y la plata de Bolivia,
la naranja de Uruguay
y el limón de Tucumán,
la manzana y la pera de Río Negro,
el pisco y el espárrago del Perú.
Las tierras el amor y el trabajo
de los pueblos de Latinoamérica:
Son el Titicaca y los Galápagos,
la orquídea de Costa Rica
y la banana del Ecuador,
la lima, el mango y el melón
de Venezuela y del Brasil.
Son la justa y noble rebeldía
que embarga el alma de los más,
el amor, la memoria, la dignidad
de la abuela de la plaza de Mayo,
del zapatista, quechua o aymará.
Por las tierras, el amor y el trabajo
de los pueblos de Latinoamérica:
Por Oaxaca, Puebla y Michoacán,
Chiapas, Campeche y Yucatán,
por Honduras y Guatemala,
El Salvador y Nicaragua,
desafiaré el poder del Gran Poder,
iré de Río Grande a la Patagonia
enfrentándome a la resistencias,
y a las locuras de los inhumanos
mientras me quede la conciencia
y con ella el verbo y las manos.
.
LA SEMILLA
A Emiliano Zapata
Todo pasa en la vida,
el amor y la muerte,
y es nada la fortuna.
Que si algo queda:
es la voz y el verbo,
el valor del alma.
Que si algo queda
más allá del tiempo
es la memoria.
Es la huella eterna
del que lo dio todo
sin esperar nada.
Que si algo queda
es el sol y la semilla,
es el mar y el viento.
Es el nombre y valor
del que dio su vida
por el amor y la vida.
ME GUSTA LA GENTE
Me gusta la gente
noble y sencilla
que ama a propios
y a extraños
sin prejuicios
de ninguna clase.
Me gusta la gente
que ama la vida,
y ama sin miedo
al que dirán
sus ilustrísimas
y necias señorías.
Me gusta la gente
que lucha y trabaja,
que defiende su pan,
su casa y su tierra,
con uñas y dientes,
con sangre y alma.
La gente sencilla
que duda de todo,
de lo indudable
y de sí misma,
y aun en la duda
se mueve y actúa.
Me gusta la gente
libre y responsable,
flexible e indomable
que escucha razones,
que habla y atiende
a los demás.
Me gusta la gente
que te da la mano,
que abre la puerta
e invita a su mesa,
que a nadie juzga
ni condena.
Me gusta la gente
que no se esconde,
valiente y cobarde,
frágil y resistente,
que se la juega
y es prudente.
Me gusta la gente
joven y adulta
que levanta la cara,
y mirando de frente
le dice al Mandamás
¡No! ¡Nunca! ¡Jamás!
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